Callosidades
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Especie de almohadillas protectoras duras y gruesas que se forman en la superficie de la piel como respuesta al roce repetido con un objeto rígido. Se localizan generalmente en los dedos o plantas de los pies y palmas de las manos. Su causa más frecuente es el uso de calzado apretado o mal ajustado. Pueden distinguirse dos tipos de callosidades: las duras, que se producen sobre algún hueso que sobresale (en articulaciones de los dedos de los pies y en el talón) y blandas, que se encuentran entre los dedos.
Causas de callos
- Generalmente, se forman en manos y pies, debido a que éstos se emplean en la mayoría de las actividades cotidianas y están expuestos a recibir pequeños golpes y fricción continua.
- El uso de zapatos muy apretados, ya que los dedos y el talón de los pies tienen roce constante.
- Se presentan sobre un hueso que sobresale, por ejemplo, en el dedo medio de la mano cuando se ejerce mucha presión con la pluma o el lápiz con el que se escribe.
- La obesidad produce presión mayor sobre las plantas de los pies, lo que provoca que los callos se produzcan con mayor facilidad.
- Pueden formarse en otras partes, sobre todo cuando el trabajo se asocia con golpes repetidos en determinada zona, como ocurre con la mandíbula o la clavícula (cada uno de los huesos situados en la parte superior del pecho) de un violinista.
Síntomas de callosidades
- Endurecimiento de la piel de plantas de los pies, palmas de las manos y/o dedos.
- Formación de almohadillas abultadas.
- Dolor y sensibilidad a la presión.
Diagnóstico
- A través del tacto y su ubicación.
- Los callos suelen tener el tamaño de un chícharo y se aprecian claramente, pues las zonas afectadas son duras y abultadas.
- Se indaga sobre las actividades de la persona para determinar si se relacionan con fricción constante que pueda ocasionar la callosidad.
- De presentarse en los pies, se puede proceder a la revisión del calzado que utiliza el afectado.
Prevención del endurecimiento de la piel
- Pueden utilizarse guantes, almohadillas y parches acojinados para evitar su surgimiento o crecimiento.
- Uso de zapatos cómodos que no aprieten ni rocen los pies. Asimismo, deben desecharse cuando están demasiado deformados o produzcan molestias.
Tratamiento para los callos
- Aunque las callosidades son difíciles de eliminar, debe reducirse la presión en la zona afectada o redistribuirla. Esto es posible con almohadillas, parches o vendajes protectores de hule espuma.
- Se recomienda usar zapatos suaves y cómodos para evitar que el problema se acentúe.
- Pueden utilizarse medicamentos para quitar los callos, por lo general, elaborados con ácido salicílico (el cual también se usa para el tratamiento de los mezquinos o verrugas vulgares). La aplicación puede ser directa o por medio de parches, pero debe procurarse no tocar la piel aledaña. Si hay irritación excesiva deberá acudirse al dermatólogo.
- También pueden reducirse si se frotan con piedra pómez o recortan inmediatamente después del baño, pues al estar remojada la piel, ésta es más suave.
- Evitar caminar descalzo.
- Utilizar cremas hidratantes si la piel está muy seca.
- Nunca debe intentarse cortar las callosidades con una cuchilla o navaja; puede hacerse con tijeras, aunque lo mejor es que un pedicurista realice esa labor.
Los pacientes con tendencia a desarrollar callos pueden necesitar consultas regulares con un pedicurista, sobre todo los que padecen diabetes. En estos casos no se recomienda el uso de ácido salicílico.